viernes, 17 de octubre de 2008

- Tiempo y oportunidad de grandes cambios.

Después de varias décadas de fundamentalismo económico, dos de los sacrosantos mitos del sistema capitalista amenazan con derrumbarse. Primera, el mercado siempre tiene razón y es capaz de autoregularse. Falso, la avaricia del actual sistema ha llegado a tales niveles de especulación y manipulación que lejos de estar sustentada en una economía productiva o real, se ha convertido, en una economía ficticia, virtual, o lo que es lo mismo, inexistente. Segunda, cuanto menos intervenga el Estado en el mercado mejor. Falso también, la dimensión de la actual crisis del sistema es consecuencia directa de su falta de regulación y transparencia y sobre todo de la dejación que han hecho nuestros gobernantes políticos en su obligación de velar por el interés general y por los derechos de la ciudadanía.

La combinación de ambos mitos y la falta de valores éticos de gran parte de nuestros dirigentes, son causas principales de la estrepitosa caída del actual sistema financiero, que en la mayoría de los países ha destapado una encubierta crisis estructural de sus economías reales, que como siempre pagaremos el conjunto de la sociedad.

Mientras Europa, con el dinero de todos, inyecta 1,5 billones de euros (100.000 millones de euros en el estado español) para salvar a los bancos y entidades financieras, bancos y entidades financieras que cada año tienen más beneficios que nunca socializan (en el estado español, en el año 2.007, los beneficios de los principales bancos y cajas se incrementaron en una 43 %), nuestros dirigentes políticos siguen empeñados en privatizar y reducir los servicios públicos (Directiva Bolkestein) o ampliar la jornada laboral máxima a 65 horas (Directiva 65 horas).

Los mismos dirigentes políticos que en el estado español, durante muchos años de “crecimiento”, con enormes beneficios en las grandes empresas (un 73% entre 1999 y 2006), han permitido que 11 millones de ciudadanos y ciudadanas ganen menos de 14.000,00 € brutos al año, los famosos mil-euristas; los mismos dirigentes que han consentido que el poder adquisitivo de nuestros salarios se reduzca un 4 % entre los años 1995 y 2005, mientras que el gas, a modo de ejemplo y en lo que llevamos de año, haya subido un 18 %. ¿ Porqué nos engañan tantas veces ? ¿ Porqué aguantamos tanto ?.

Dirigentes que en Navarra, se ponen de ejemplo de buen hacer y excelencia en la gestión de las instituciones y que realmente, como muy bien nos recordaba IU recientemente, son capaces de comprar con el dinero de nuestros impuestos el 1 % de Iberdrola desembolsando más de 173 millones de euros y hoy (a 17 de octubre) apenas valen 51 millones de euros.

En las últimas décadas la acción política de esos mismos dirigentes políticos, conservadores y/o socialdemócratas, han trabajado y colaborado en la definición y construcción del actual sistema neoliberal, básicamente de común acuerdo tras la caída del muro de Berlín en el año 89, sintonía con las directrices marcadas por el FMI, G-7, Banco Mundial y otras jerarquías neoliberales de las que ahora todos renegarán, en pleno transformismo ideológico, aunque transitorio, ya que en el momento que pase el actual ciclo descendente de la economía, como ellos dicen, seguirán practicando sus mismas políticas económicas en favor de los de siempre.

Pero que nadie se equivoque, aunque la actual crisis en ningún caso va a suponer el fin del actual sistema neoliberal, fundamentalmente debido a la inexistencia de una alternativa de izquierda sólida y consolidada que sea capaz de ofrecer un modelo social de progreso y crecimiento sostenible a favor de la gran mayoría de sus ciudadanos y ciudadanas, no es menos cierto que a partir de ahora nada será igual, en las últimas semanas son muchas las máscaras que han caído y los engaños que hemos descubierto. Puede ser tiempo y oportunidad de cambios profundos.

Para ello es necesario exigir y recuperar los valores éticos en la acción y en la gestión política del interés general interviniendo en el sistema económico para corregir los graves desequilibrios que produce el mercado y una falsa competencia que siempre favorece a los que más tienen, regulando y limitando las decisiones de las entidades bancarias y financieras, verificando sus cuentas, sus recursos reales y solvencia patrimonial, poniendo límites a los salarios e indemnizaciones de sus ejecutivos y altos cargos, recuperando y fortaleciendo los servicios públicos estratégicos, eliminando los paraísos fiscales y persiguiendo penalmente las prácticas corruptas y fraudes, que legalmente denominaban negocios especulativos de alto riesgo.

Como decía antes, puede ser tiempo y oportunidad de grandes cambios, muchos de ellos se van a producir de manera inevitable, ya que, el actual modelo económico neoliberal es insostenible en su concepción actual, la crisis es algo más que un desajuste del sistema y no tendrán más remedio que reconducirla severamente. No solo ha puesto en bancarrota a muchos de los más grandes bancos y principales entidades de inversión del mundo, sino que han puesto en peligro el equilibrio económico de numerosos estados, ha puesto en peligro nuestros ahorros, nuestras pensiones, nuestros puestos de trabajo, nuestro sistema de protección social y servicios públicos.

Tiempo y oportunidad de grandes cambios, que para que no se queden en un mero maquillaje y en una nueva vuelta de rosca hacia el caos, tienen que ser liderados por una izquierda renovada y transformadora, sin hipotecas con la derecha, sin peajes con los poderes económicos, desde la conformación de mayorías sociales de progreso, desde la transparencia, desde la participación activa de la ciudadanía, una izquierda que construya, ética y eficaz con el objetivo prioritario de trabajar a favor de la mayoría, posibilitando nuevos retos, nuevos modelos y avances sociales, nuevos valores, practicando la solidaridad y la justicia social,

Como recientemente y con su habitual ironía, nos decía José Saramago, la izquierda tiene que pensar, tiene que actuar, tiene que arriesgar, ya que en caso contrario, llegaremos a su misma conclusión ¿Dónde esté la Izquierda?.