domingo, 27 de julio de 2008

- Ética y Estética.

La corrupción política, relacionada generalmente con la corrupción urbanística y económica, ha constituido una de las principales lacras e injusticias que hemos padecido en Navarra.

Recalificaciones urbanísticas fraudulentas, desviación de fondos públicos, tráfico de influencias, adjudicaciones directas, concursos públicos amañados, designaciones a dedo, comisiones ilegales y desviaciones presupuestarias injustificadas son algunas de las muchas caras de una misma moneda, que no es otra, que el fraude y la corrupción económica en la gestión de lo que es de todos, los bienes y servicios públicos.

Fraude y corrupción económica que desgraciadamente cuenta con una cierta aceptación social en la lógica del actual sistema económico, intrínsecamente perverso e insolidario, donde el prestigio y el estatus personal se mide exclusivamente en términos económicos y donde el pelotazo y el rápido enriquecimiento está justificado en sí mismo por el fin que persigue, el éxito individual.

Muchos, variados y de gran volumen económico han sido los casos de corrupción política en Navarra, casos que casi siempre han estado vinculados a la utilización del poder público para el enriquecimiento individual y/o defensa de los intereses patrimoniales de sus familias o para la financiación ilegal, directa o indirecta de los partidos políticos, lo que en muchos casos ha implicado la combinación de ambos, es decir, yo miro para otro lado, te justifico o te cubro legalmente y tu financias al partido.

Es verdad que la mayoría de los casos de corrupción económica por el poder político han estado protagonizadas por personas vinculadas al PSN y UPN, sin embargo haríamos demagogia y mentiríamos sino reconociéramos que el problema del fraude y la corrupción política afecta a todos los partidos y que en el tiempo que nos ha tocado vivir el fraude y la corrupción parece que son consustanciales al género humano, lo que no siendo cierto, si lo es en gran medida su justificación social.

El riesgo de la contaminación de las listas electorales por personas corruptas, en la actualidad es una realidad que afecta y atañe a todos los partidos políticos y organizaciones sociales, ya que, en nuestra sociedad ser alcalde o concejal, parlamentario o miembro de una ejecutiva, gerente, director o secretario general es una ocasión inmejorable para medrar, para ascender, para posicionarse y posibilitar de forma inmediata o en el futuro una mejor posición económica que de otra manera no se obtendría.

Sin lugar a dudas uno de los principales aciertos de Nafarroa Bai en los procesos electorales a los que ha concurrido ha sido su discurso y compromiso público en combatir radicalmente la utilización del poder político en favor de intereses económicos individuales o privados, es decir, su compromiso ético en la lucha contra el fraude y la corrupción económica en la actividad política de Navarra.

Compromiso ético, no sólo por considerarse consustancial a nuestros postulados progresistas y de izquierda y por tanto comprometidos con una sociedad diferente donde impere la solidaridad y la justicia social, sino también, compromiso ético para transformar el feroz individualismo que nos corroe y sustituirlo por un nuevo concepto de sociedad entendida como conjunto de individuos donde prime el interés global. Compromiso ético en hacer lo que se dice y decir lo que se hace.

Frente a la corrupción política en la gestión de lo público, Nafarroa Bai ha asumido la responsabilidad de ejercer efectivamente otra forma de hacer política, lo que en definitiva no puede ser otra cosa, dicho de forma sencilla y clara, que cuidar del pueblo, de sus derechos colectivos, atendiendo sus necesidades frente al lucro y la prebenda individual, en definitiva, practicar la justicia social.

Y para ello es imprescindible reconocer que el actual ordenamiento jurídico no ha sido suficiente para acabar con la corrupción, sin alarmismos pero reconociendo la necesidad de poner fin a unas prácticas que tantas veces en Navarra han generado una enorme rabia y alarma social y que sólo conducen a la pérdida de los más elementales principios morales y sociales, Nafarroa Bai debe tomar la iniciativa, no sólo en la oposición sino y sobre todo donde tiene responsabilidades de gobierno, promoviendo iniciativas en el ámbito de los ayuntamientos y parlamento de Navarra al objeto de que nuestro compromiso contra el fraude y la corrupción sea real y efectivo.

Transparencia en la gestión de los expedientes administrativos con acceso a una mayor información y participación del ciudadano en su tramitación; auditorías internas; información pública de todos los acuerdos e instrumentos de planeamiento urbano, especialmente en los convenios municipales; investigación y persecución en las recalificaciones urbanísticas especulativas o ligadas a cargos públicos o al de sus familiares; estudio e investigación de las desviaciones presupuestarias, adjudicaciones directas y concursos públicos cuando existan denuncias de posibles fraudes; elaboración de ordenanzas municipales que potencien códigos éticos, de sostenibilidad y protección del medio ambiente; ampliación del régimen de incompatibilidades para cargos públicos y/o cargos de designación directa son algunas iniciativas a promover desde Nafarroa Bai, pero en mi opinión sobre todo y como garantía de nuestro compromiso, es urgente la elaboración de un “Código Ético de los cargos públicos de Nafarroa Bai”, ya que, para Nafarroa Bai la lucha contra el fraude y la corrupción en la acción política nunca deberá ser un problema estético sino ético, consustancial a sus principios y a su definición progresista y de izquierdas, porque no todos somos iguales y para nosotros es y debe seguir siendo un mínimo irrenunciable en nuestro trabajo público.